Si hay algo que se equipare en esta vida al placer de sentarse a una buena mesa bien acompañado, es disfrutar de un atardecer en este enclave único, la desembocadura del Río Jara.
Al llegar a Tarifa vivía cerca de esta zona y cogí una rutina a modo de ritual de la buena fortuna o qué sé yo, cruzar este río y disfrutar de la caída del sol justo en este punto de Tarifa. Esto es algo que me produce una sensación de bienestar y que sigo repitiendo a pesar de vivir bastante lejos del río a día de hoy. Creo que es la estampa más bonita del mundo, el cielo se convierte en una acuarela llena de colores cálidos, sobretodo en otoño invierno.
Una chaqueta, mi móvil para captar la mejor luz y recordar ese bello momento en el que el día y la noche se funden en el horizonte más ardiente. De fondo el sonido de las olas y ese fresquito húmedo que trae la brisa mas marinera. Mi humor cambia por completo a estas alturas del día, haciéndome llegar a la cama con una sensación de calma y serenidad que adoro.
En esta época del año, aún puedes disfrutar de un picnic sobre la arena con las mejores vistas, dar un paseo bajo las últimas luces o disfrutar de unos juegos con tu mascota. Sea cual sea tu plan, lo que no va a fallar es lo espectacular del escenario en el que se desarrolla.
Tengo una visión un tanto romántica de la vida en general, por eso disfruto tantísimo de estos pequeños grandes momentos. Al final, nuestra vida se compone de instantes asi, de los que se quedan grabados a fuego en la retina y hay que saber valorarlos como se merecen.
María Estevez
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